jueves, 30 de mayo de 2013

TOTAL RECALL Y EDIPO

En este último post voy a comentar la referencia principal de la película Total Recall. Ésta coincide muchas veces con el mito de Edipo.
 
Edipo fue rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente. Un oráculo advirtió a Layo que sería asesinado por su propio hijo. Decididó a rehuir su destino: ató los pies de su hijo recién nacido y lo abandonó para que muriera en una montaña solitaria. Su hijo fue recogido por un pastor y entregado al rey de Corinto, quien le dio el nombre de Edipo (pie hinchado) y lo adoptó como su propio hijo. El niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo dijo que él mismo mataría a su padre, abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey y sus acompañantes eran una banda de ladrones y así, inesperadamente, se cumplió la profecía. Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la Esfinge, que andaba por los caminos que rodeaban la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el enigma, la esfinge se suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos años la pareja vivió feliz, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo. Edipo no tardó en descubrir que involuntariamente había matado a su padre. Atormentada por su vida incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de que ella se había matado, se quitó los ojos y abandonó el trono. Vivió en Tebas varios años pero acabó desterrado.


El sustrato mítico del argumento encuentra toda su transcendecia en aquellas películas en que es el propio investigador, al igual que Edipo, quien se lanza a la aventura del conocimiento de sí mismo. Total Recall (Desafío total, 1990), de Paul Verhoeven, basada en una narración de Philip K. Dick convertida en un excelente guión de aventuras fantásticas, parte de la premisa de la duda constante sobre la propia biografía. 
En 2012 se hizo un remake de esta película, tomando el mismo nombre. Las películas siguen el mismo argumento, cambiando algunos detalles de las vidas de los protagonistas: el protagonista es un trabajador que descubre que su vida ha sido un engaño. Perseguido por personas que intentan matarlo, intenta averiguar quién es realmente.
He aquí el trailer.

'LOS MEDEOS' (LA VIOLENCIA DE GÉNERO EXTENDIDA).

La humanidad parece vivir inmersa en una sempiterna lid contra copiosos problemas y destinando, para su erradicación, ingentes esfuerzos que no siempre resultan fructíferos o eficaces y para nada eficientes si nos atenemos a la generalidad. Mas tampoco la población centra o consagra sus empeños de forma equidistante a todos los problemas. / Uno de esos problemas, que parece perseverar de forma inherente a la existencia de la sociedad y que no fenece, es la violencia de género. Un fenómeno que se ha mantenido demasiado tiempo preterido e invisible por y para la población, incluidas sus víctimas, y que es, sin duda, una de las manifestaciones más paradigmáticas de la iniquidad y de la maldad que puede residir en el ser humano -el hombre-, impropia hasta del más fiero e ignorante animal.

 A pesar de que es evidente un incremento de las políticas en defensa de la mujer, todos los días se nos presentan claras muestras de que los esfuerzos por extinguir estas prácticas diabólicas no son en vano pero que tampoco acaban de tener el efecto deseado. Los vehiculares medios de comunicación nos ofrecen, regularmente, nuevos ejemplos de víctimas del machismo -resultados irreparables-; “cada seis días muere una mujer a causa de la violencia de género en el mundo” (por no hablar de los conatos), aseveran los expertos[1]. [Estas muertes reflejan cómo ‘el machismo mata’, discurso que ha propugnado el feminismo y que ha supuesto, junto a otras acciones, una mayor concienciación de la problemática de un asunto que concierne a todos, que no es poco.]

Ahora bien, habiendo introducido ya el tema de la violencia de género, centrémonos en la relación que mantiene esta situación con la asignatura de referentes clásicos. Si nos fijamos en el título de este post comprenderemos mejor dónde reside la relación con esta asignatura. Se trata de la tragedia de Medea. Podemos decir que todo comienza con la búsqueda del vellocino de oro, que se encontraba bajo la tutela del padre de Medea, Eetes, por parte de Jasón y los argonautas. La actitud malévola del rey Eetes difería mucho de la de su hija Medea, que no hacía sino mostrarle su crítica desaprobación hacia sus actos para vituperarlo. Eetes, cansado de esa oposición, decidió encarcelarla, pero ella consiguió escapar precisamente el día en que los Argonautas arribaron a la orilla de Colco. A partir de ahí, Medea unió su destino al de Jasón. Enamorada de él, le ayudó para que consiguiera robar el vellocino y traicionó, con ello, a su padre y a su patria.  Una vez logrado el designio, Medea huyó con Jasón, que le había prometido casarse  con  ella.  Después, Jasón y Medea vivieron felices en Corinto  hasta que, un día, el rey Creonte quiso casar a Jasón con su hija y éste aceptó. Medea, presa de la vesania, decidió vengarse de su marido Jasón y no vio forma mejor que arrebatarle lo que más quería, a sus hijos. No se trataba de enterrar a Jasón, sino de provocarle la muerte en vida mediante el mayor de los castigos inimaginable para un padre, la muerte de sus hijos. Ella creyó que el castigo de talión para Jasón debía ser una tribulación que le carcomería las entrañas durante el resto de su fatal existencia por lo que envenenó a sus propios hijos.    

El caso es que la violencia de género ha derivado en una práctica todavía más detestable con su prolongación hacia unas víctimas que se encuentran en la total indefensión y que hacen cada vez más gruesas las listas de víctimas del machismo. Y aunque parece que determinadas acciones existen sólo en las creaciones ficticias del hombre, como por ejemplo el caso de Medea en la mitología griega, te das cuenta, desgraciadamente, de que no es así. Esta práctica es la VIOLENCIA DE GÉNERO EXTENDIDA a los niños, a los hijos, las víctimas colaterales cada vez más comunes de la violencia machista. Porque estos seres, a los cuales hemos tildado de ‘MEDEOS’, encuentran en los hijos, en el maltrato o el asesinato de SUS HIJOS la forma de dañar y de castigar a sus parejas o exparejas. Los agresores invadidos por una fuerza incomprensible deciden acabar con sus hijos para así castigar a sus parejas.

 La verdad es que no entiendo qué les ocurre a estas personas; mas queriendo pensar que estas personas son enfermas, me doy cuenta de la complejidad que conlleva clasificar a una persona como enferma, cuando ello implica liberalizar en cierta medida al sujeto de sus responsabilidades para trasladarlas a un ‘limbo incierto’. Siempre he creído, al menos desde que ‘tengo uso de razón’, que, tal y como diría Sócrates o Platón, quien actúa mal no es por maldad, sino por nesciencia e ignorancia. Pero llegados a estos extremos nos encontramos con acaecimientos que escapan de la maldad y de la ignorancia rozando, más bien, lo paranormal y te preguntas ¿qué podemos hacer con estos medeos? ¿qué puede hacer la sociedad para acabar con esto -partiendo de que no sabe qué es lo que lleva a estos seres a cometer tales prácticas-? La verdad es que no sé qué debemos hacer. No creo que la educación pueda ‘sanar’ a estos enfermos y mucho menos el castigo.

Cómo se le puede enseñar a un padre que matar a sus hijos e incinerarlos está mal, que disparar a sus hijos con una escopeta cual perdices está mal, que meter a su hijo en un microondas está mal… La verdad, estoy seguro de que es imposible enseñar a estos seres.

 Para más información:

[1] Ana García-Mina, Mª José Carrasco Galán. Violencia y género. Universidad Pontífica Comillas de Madrid.

martes, 30 de abril de 2013

LA MUERTE DE JASÓN

           En este post voy a relatar un episodio del mito de Jasón y los Argonautas que en la miniserie no fue tratado.
La película acaba con la boda de Jasón y Medea. Esto nos deja a medias, ya que la historia no acaba ahí, sino que tiene un final totalmente distinto: Jasón traiciona a Medea, ella se venga de él y finalmente éste encuentra la muerte junto a su amada nave Argo. 

           He aquí lo que el mito cuenta sobre el final del viaje:
  El héroe pasó diez felices años en compañía de Medea, que le dio dos hijos. Pero como  Jasón anhelaba el poder, decidió abandonar a Medea para casarse con la hija del rey de Corinto, que era una bella joven llamada Creusa. De este modo pensaba que algún día acabaría reinando en la ciudad.
Pero Jasón no previó bastante bien las consecuencias de sus actos. Al sentirse abandonada, Medea concibió una venganza cruel. Envió a Creusa un vestido de novia como regalo de boda, y, cuando la joven se la probó, un fuego abrasador empezó a recorrer todas sus venas, puesto que el vestido estaba envenenado con una droga mágica. Creusa murió atormentada por dolores terribles; pero Medea todavía no quedó bastante satisfecha con aquella atrocidad, y a continuación asesinó los dos hijos que había tenido con Jasón porque quería que el héroe sufriera tanto como ella. Y después de cometer todos estos crímenes horribles, Medea se subió al carro volador de su abuelo Helio y huyó sin despedirse de nadie.
Medea no se había equivocado, porque el corazón de Jasón se rompió cuando vio los cuerpos sin vida de sus hijos. Para superar aquella terrible desgracia, Jasón abandonó Corinto y volvió un tiempo a Yolcos.
Un día, se acercó al puerto para ver nuevamente la Argo, que se estaba pudriendo encallada en las rocas, y se sentó a la sombra del mascarón de proa, que representaba a Hera. Jasón recordó los tiempos gloriosos en que había viajado a la Cólquide: evocó los días de amor con Hipsípila, la victoria contra los toros salvajes de Eetes y la camaradería entrañable que unía a los argonautas. Pero no había ningún recuerdo tan gratificante como el de la conquista del vellocino. Jasón lo evocaba con tanta fuerza que era como si todavía lo tuviese ante los ojos, más resplandeciente que el Sol.
Y entonces, mientras el héroe revivía aquel momento de felicidad, la pesada figura del mascarón de la Argo se desprendió  de la nave y cayó encima de Jasón. El golpe al cráneo fue tan fuerte que el héroe murió al instante. Era bien claro que Hera se había compadecido de Jasón: sabía que ahora la vida le resultaba pesada y le había concedido una muerte rápida para que su corazón descansara en paz. Pero como estaba escrito que la aventura de Jasón tenía que quedar muy guardada en la memoria de los hombres, Zeus bajó de la parte más alta del Olimpo, recogió la proa de la Argo y la colocó entre las estrellas. Y todavía ahora continúa en el mismo lugar donde la dejó, centelleando todas las noches en el cielo y recordando a todo el mundo el célebre viaje de Jasón a la Cólquide. 

            Para terminar decir que  yo creo que este episodio no se recogió en la miniserie porque a los espectadores les gustan más los finales felices y no un final donde los hijos son asesinados por la propia madre y el personaje principal muere.

MEDEA EN MITOS Y LEYENDAS

          En este post voy a comparar el episodio de Mitos y leyendas sobre Medea con la historia  de ésta.

        Según el Diccionario de Mitologia Griega y Romana de Pierre Grimal, Medea es hija del rey de la Cólquide, Eetes. Es, por tanto, nieta del Sol (Helio) y de la maga Circe. Su madre es la oceánide Idía. Sin Medea, Jasón no hubiera podido conquistar el toisón de oro; ella le da el ungüento que ha de protegerlo contra las quemaduras de los toros de Hefesto y adormece al dragón que custodiaba con sus hechizos. 
Una vez logrado el vellocino de oro, Medea huyó con Jasón y los Argonautas. Todas las leyendas concuerdan en este punto: él le había prometido casarse con ella, y todos los crímenes ulteriores de Medea quedan justificados, o siquiera explicados, por el perjurio de  Jasón. Para seguirlo y darle la victoria, la doncella no sólo había traicionado y abandonado a su padre, sino también se había llevado como rehén a su hermano Apsirto, al cual no vaciló en matar y despedazar para retrasar la persecución de Eetes.
El matrimonio de Jasón y Medea se celebró en el país de Alcínoo. La pareja vivió una temporada en Corinto, hasta el día en que el rey Creonte quiso casar a su hija con el héroe. Decretó el destierro de Medea, pero ésta consiguió demorarlo un día, tiempo que aprovechó para preparar su venganza. Impregnando con veneno un vestido, así como adornos y joyas, los envió por mediación de sus hijos, a su feliz rival. Tan pronto Creusa, la hija del rey Creonte, se las puso, la abrasó un misterioso fuego, y lo mismo ocurrió con su padre, que había acudido en su auxilio. También se incendió el palacio. 
Mientras tanto, Medea daba muerte a sus propios hijos en el templo de Hera y luego escapaba hacia Atenas volando en un carro tirado por caballos alados, regalo de su abuelo el Sol. Ella había huido a Atenas porque, según se decía, se había asegurado la ayuda de Egeo antes de cometer el crimen contra sus hijos. Declaró a Egeo que podría darle descendencia si se casaba con ella. Años más tarde trató, aunque en vano, de provocar la muerte de Teseo cuando éste llegó para hacerse reconocer por su padre. Entonces fue desterrada de Atenas y volvió al Asia, acompañada de su hijo Medo, que había tenido con Egeo y es el epónimo del pueblo de los medos. Luego regresó a la Cólquide, donde Perses había destronado a Eetes e hizo matar a Perses para restituir el reino a su propio padre.

         El vídeo cuenta la historia de Medea casi de la misma manera, excepto pequeñas diferencias. 
     - Aquí se nos dice que Apsirto, hijo del rey Eetes y hermano de Medea, era adulto. En el mito Apsirto es un niño, incapaz de tomar alguna decisión. 
      - Al final de la historia se nos presenta a una Medea llena de remordimiento. Esto tampoco es del todo verdadero, ya que Medea había planeado su huida a Atenas, junto a Egeo.

lunes, 29 de abril de 2013

HILAS Y LAS NINFAS DEL ESTANQUE


Esta vez hemos decidido tratar un mito no tan conocido -aunque no por ello menos importante- cuyas características  hacen de él algo diferente al resto de mitos hasta ahora expuestos en nuestro blog
En clase vimos una serie sobre Jasón y los Argonautas, tema que estábamos estudiando, y se nos presentó la posibilidad de esquisar algún pasaje de esta historia que no apareciera en esta adaptación. Finalmente nos decidimos por éste, el de Hilas y las ninfas del estanque.


En una de sus copiosas aventuras, el héroe Hércules (Heracles), que se encontraba inmerso en una lid contra los dríopes, dio muerte al rey Tiodamante y dejó, con ello, a un hijo huérfano. Mas como los mortales no son los primeros a los que lo hermoso hermoso les parece, el guerrero del corazón de bronce -que afrontó al terrible león-1 quedó prontamente prendado del joven huérfano Hilas. La belleza y ternura del joven efebo era tal que domeñó e hizo presa de él al paladín Heracles. A partir de aquí el doncel Hilas devino en pupilo e incondicional de Hércules.

Un día, Hércules decidió agregarse, llevando con él a Hilas, a la denodada empresa de los Argonautas en la búsqueda del vellocino de oro. Durante una escala de la nave Argos en Misia, los Argonautas aprovecharon para realizar algunas tareas indispensables. Hércules bajó de la nao y se dispuso a talar un árbol para intentar reparar un remo que había roto durante la larga travesía. También Hilas desembarcó, pues había recibido el cometido de buscar agua para la marinería en algún riachuelo cercano.

Entonces, cuando Hilas se encontraba próximo al río Ascanio, unas ninfas -Éunica, Málide y Niquía- se percataron de la hermosura del mancebo y decidieron atraerlo hacia sí para poder conferirle el poder de la perennidad. Consiguieron así que Hilas, que se encontraba ahora hundiendo su jarra, cayera al agua. El joven consiguió, antes de zambullirse violentamente, producir un quejido presto que tan sólo logró percibir Polifemo, que había saltado a tierra junto a Hilas y Heracles. Inmediatamente, Polifemo desenvainó y blandió su espada temiendo que el joven hubiese sido presa de alguna bestia.

Polifemo estuvo llamándolo holgada y vanamente, pues, sólo consiguió encontrar a Hércules. Cuando Polifemo hizo partícipe a Hércules de sus sospechas sobre qué le había podido ocurrir a Hilas, Hércules quedó roto; sentía ora  melancolía, porque había perdido a aquello que más quería, ora inquina, por haberse separado un sólo instante de su mejor consorte. ‘¡Hilas, Hilas, Hilas!’, gritó doliente Hércules, mas aún creyendo escuchar Hércules la respuesta de Hilas comprendió que nunca más volvería a ver a aquella persona con la que tantas cosas había  compartido y vivido.  

       Una vez expuesto el episodio mitológico, podemos intuir que se ha prescindido de su presencia en la miniserie dado que no aporta nada relevante al argumento principal del viaje de Jasón y los Argonautas.



1. Palabras del poeta griego Teócrito.

martes, 26 de marzo de 2013

APOLO Y DAFNE (BERNINI).


En este post trataremos la historia de amor y desamor del dios Apolo y la ninfa Dafne. Después de desarrollar este pasaje mitológico incluiremos un completo comentario de escultura sobre una de las más importantes representaciones modernas sobre este mito, el grupo escultórico Apolo y Dafne de Bernini.

Apolo era un dios muy apuesto que acostumbraba a burlarse del pequeño Cupido (Eros), hijo de Venus. Cupido era centro de repetidas mofas por parte del dios Apolo; una vez, Apolo se encontraba jactándose orgulloso de su proeza, pues acababa de dar muerte a la hórrida serpiente Pitón, una alimaña émula de un dragón, que exterminaba tanto a animales como a los seres humanos. De este modo, Apolo se dirigió al pequeño, y en un ataque de altanería le dijo: “¿Qué tienes tú que ver, niño retozón, con las armas de los valientes?, tú conténtate con estimular con tu antorcha no sé qué pasiones amorosas, y no trates de aspirar a la gloria que me es propia”. 

Cupido, hastiado por la vanidad del dios, decidió darle un escarmiento que pudiera recordar por siempre. Entonces Eros sacó dos flechas de su aljaba, cada una de las cuales producía sentimientos antitéticos: una, que tenía la punta de oro, producía la pasión amorosa, y la otra, con puntas de plomo, producía todo lo contrario, el desamor y la aversión. De esta forma, como Cupido dispuso, la flecha del amor se hundió en Apolo, y la del desamor en una venusta dama. Esta bella dama, llamada Dafne (cuyo nombre significa “laurel” en griego) era más bien una ninfa -hija del río tesalio Peneo- que, como amante de la caza y de carácter esquivo, pasaba la mayor parte de su tiempo corriendo por los montes; además, aunque muchos fueron quienes la pretendieron, ella los rehusaba emulando a Febe o a la misma hermana de Apolo, Diana.
Un día, mientras Dafne vagaba descuidadamente por los bosques, fue atisbada por el hechizado Apolo, que raudamente comenzó a perseguirla. La persecución desenfrenada se prolongó durante mucho tiempo (pues Apolo avanzaba con la fuerza sobrehumana del amor y Dafne con la del temor) hasta que la lasitud de Dafne era tal que, viéndose ésta incapaz de continuar, decidió pedir ayuda a su padre: “socórreme padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por la que he gustado en demasía”. De esta forma, apenas habiendo terminado Dafne la súplica, comenzó toda ella a endurecer, convirtiéndose sus miembros en los propios de un árbol, hasta quedar casi toda metamorfoseada en un laurel.

El asombro de Apolo al ver el hecho que acababa de acaecer lo sumió en desbocados lloros que terminaron regando a su amada; con todo, Apolo, que todavía sentía el latir de su corazón bajo la corteza, no se rindió en su designio y le dijo a su amada: “está bien, puesto que ya no puedes ser mi esposa, acompañarás a los caudillos alegres cuando alegre voz entone el Triunfo y visiten el Capitolio los largos desfiles. También tú te erguirás ante la puerta de la mansión de Augusto, como guardián fidelísimo, protegiendo la corona de encina situada entre ambos quicios; y del mismo modo que mi cabeza permanece siempre juvenil con su cabellera intacta, lleva tú también perpetuamente el ornamento de las hojas”. Así, finalmente los dos quedaron, de un modo u otro y por ventura o desventura, unidos para la eternidad.


Comentario de escultura (APOLO Y DAFNE, BERNINI).
  
La obra que nos ocupa en este comentario es la escultura de Apolo y Dafne realizada entre 1622 y 1625. Su autor es el virtuoso artista italiano (escultor, arquitecto y pintor), Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), uno de los artistas más destacados del Barroco. 
Apolo y Dafne, al igual que otras creaciones del mismo autor, fue encargada por el cardenal Scipione Borghese. Esta escultura o grupo escultórico de pleno volumen o exenta (trabajada desde todas las perspectivas de ídem forma) representa a dos figuras humanas, al dios Apolo y a la ninfa Dafne; la representación de ambos es de pleno cuerpo (estatuas) y en posición propia (de pie).

Por otro lado y respecto al material utilizado, podemos decir que se trata de una escultura de mármol, cuyo uso en Italia era el más extendido a la hora de realizar esculturas, debido seguramente a la tradición romana.
 La técnica de ejecución utilizada y, a su vez, exigida por las características del material utilizado (la dureza del mármol), es la talla. Esta técnica consiste en un proceso sustractivo, esto es (al contrario del modelaje) la eliminación de la materia residual hasta la obtención de la forma deseada por el autor. En lo referente al color, podemos decir que es una figura no policromada.

El tratamiento de la escultura presenta un modelaje (dramatismo) excelente, que casa y sintetiza, de forma rutilante, las superficies más suaves y sutiles, sin entrantes y salientes acusados, como se puede observar, por ejemplo, en el tratamiento de la piel de ambos personajes, y, por otro lado, las superficies más toscas y escabrosas, y también denodadas en su elaboración. Ejemplos de este último tratamiento, podemos encontrarlos en los pliegues de las ropas que cubren partes del cuerpo de los personajes, y también, pero de forma inusitadamente perfecta, en las hojas del laurel que surgen del cabello de Dafne. Aquí (en las hojas del laurel), parece que el autor ha querido “escondernos” el laborioso trabajo que conlleva tal perfección en un lugar tan limitado (entre hojita y hojita), pues el que contempla la figura puede olvidar que el material trabajado es la piedra (talla) y no el bronce u otros materiales trabajados mediante el modelado.

 En cuanto a la calidad táctil, presentará suavidad por el tratamiento de las superficies. Cabe precisar, por otro lado, que la masa de las dos figuras, especialmente la de Dafne, ofrecen la sensación de ligereza, por las formas que adoptan. Aunque el emplazamiento original del grupo escultórico no es el mismo que el actual, la Galería Borghese (Roma), presuponemos que la figura no está enmarcada en un marco arquitectónico claro, ya que ésta presenta puntos de vista múltiples (exenta). Por lo tanto, podemos también pensar que la obra se encontraba en una plaza, por ejemplo, o en cualquier espacio que ofreciera la posibilidad de rodearla y contemplarla desde todas sus perspectivas. Por otro lado, de los efectos de la luz no podemos decir mucho ya que no se encuentra en su emplazamiento natural; pero, sí, que se trataría de luz natural y que sus efectos variarían según el tratamiento de la superficies. Por ello, y retomando lo que antes se ha comentado sobre el tratamiento de la superficies, podemos decir que este grupo escultórico presentará,  por un lado, significantes contrastes, provocados por los entrantes y salientes de los pliegues y relieves (en la ropa, cabello, hojas y ramas) y las sombras que  puedan producirse sendas estatuas; y por otro lado, contrastes insignificantes en aquellas partes cuyo tratamiento sea delicado (la mayor parte del cuerpo de los personajes).

En lo referente al esquema compositivo, las líneas de ambas estatuas presentan un movimiento ascendente (composición cerrada), aunque no podemos decir que ésta constituye un esquema helicoidal ya que los personajes no acaban de situarse en una línea centrípeta vertical. También diríamos que presenta, esencialmente, por la posición que adoptan los brazos de ambos personajes, un esquema compositivo en aspa.

La figura representa claramente un estado dinámico -la persecución de Apolo a Dafne- pudiéndolo percibir a través de las líneas de la composición (que nos dan la sensación de movimiento ascendente) y la tensión de las figuras que presenta unos músculos en movimiento, sobre todo  los brazos o el cabello de los personajes sujetos al viento debido a la persecución. 

El tratamiento de las dos figuras representadas constituyen, respecto al modelo, un excelente realismo humano, aunque en este caso se trata de personajes mitológicos. Asimismo, se sigue un canon de proporciones específicos, que bien podría enmarcarse entre el canon de siete cabezas, aproximadamente, de Policleto, y el de ocho cabezas de Lisipo, ambos artistas pertenecientes al arte clásico de Grecia.

En cuanto a la clasificación y contexto histórico-social podemos decir lo siguiente: por el tema representado se conoce a este grupo escultórico con el nombre de Apolo y Dafne, una de las esculturas más importantes del Barroco italiano, y auténtica obra maestra de todos los tiempos. Su escultor, Gian Lorenzo Bernini, fue el mejor escultor de su época, no sólo de Italia, sino de toda Europa. Fue el artista protegido y favorito del papa Urbano VIII, pero su sucesor  al principio lo mantuvo apartado de los grandes encargos aunque acabó claudicando ante los atractivos proyectos del escultor. 
La obra que hemos analizado fue realizada por encargo del cardenal Scipione Borghese entre 1622 y 1625. Tanto por el tema representado (mitológico) como por el tratamiento que recibe (realismo dramático, expresividad, movimiento o agitación), Apolo y Dafne es una manifestación inequívoca del arte barroco.